En las últimas semanas se ha puesto en duda la utilidad de las mascarillas quirúrgicas en cuanto a su capacidad de protección frente a la infección por SARS-CoV-2, sobre todo en ambientes cerrados, argumentando que estas recomendaciones se deben a falta de disponibilidad de FFP2 y no a criterios meramente científicos. Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) desconocemos los motivos de estas afirmaciones, ya que evitar la transmisión de microorganismos a los demás es el uso fundamental de las mascarillas quirúrgicas, siendo utilizadas con gran éxito en los hospitales para este fin desde hace mucho tiempo. Por ello, los especialistas en Medicina Preventiva y Salud Pública entiende que todas las afirmaciones que ponen en duda la utilidad de estas mascarillas son irresponsables, además de provocar confusión y desinformación entre la población.
Las mascarillas quirúrgicas han sido diseñadas, a diferencia del resto, precisamente para este propósito, y la experiencia sanitaria con ellas es extremadamente extensa. Como su nombre indica, el principal uso de las mascarillas quirúrgicas es en los quirófanos, áreas de referencia en lo que se refiere a la prevención y control de la infecciones, puesto que el paciente pierde una barrera fundamental de protección, la piel, dejando expuesto el interior de su cuerpo a la entrada con total libertad de cualquier microorganismo que se encuentre en el ambiente.
Las medidas para evitar las infecciones quirúrgicas son innumerables, ya que existen muchos puntos críticos en los que incidir. Uno de ellos es la transmisión de microorganismos por parte del personal implicado en la cirugía al paciente. En ella, la medida para que el personal sanitario que está trabajando no transmita cualquier tipo de microorganismo expulsado en su respiración al paciente es la mascarilla quirúrgica, tanto ahora como antes de la pandemia cuando no existía ningún tipo de problema de suministro.
Todo ello se debe a que las mascarillas quirúrgicas son las mejores para este fin. Si se usan en las áreas de mayor riesgo que puede existir como son los quirófanos, ¿por qué no van a ser de utilidad en situaciones de mucho menos riesgo como el de la vida cotidiana?
Aparte del quirófano, también es la que se utiliza cuando un sanitario tiene que entrar en la habitación de una persona inmunodeprimida, donde cualquier microorganismo, incluso los habituales que conviven con nosotros sin hacernos daño, pueden provocar una infección, a veces con consecuencias fatales para la evolución clínica del paciente.
La mascarilla FFP2 tiene gran utilidad en algunas intervenciones sanitarias en el ámbito clínico que aumentan el riesgo de transmisión. En cualquier caso, el debate científico se encuentra en el uso de este tipo de mascarilla para proteger a las personas en contacto con enfermos y nunca se ha puesto en duda que la mascarilla que deben de llevar los enfermos (lo sepan o aún desconozcan que tiene infección por SARS-CoV-2) son las mascarillas quirúrgicas.
Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene concluyen que existen diferentes tipos de mascarillas quirúrgicas que, aunque iguales a la vista, presentan diferentes niveles de filtración.