American Society for Microbiology 2019; DOI: 10.1128/mBio.02307-19
Un nuevo estudio demuestra que las levaduras probióticas derivadas de los alimentos pueden reducir la virulencia e incluso prevenir infecciones causadas por varios tipos de hongos responsables de infecciones potencialmente mortales en personas hospitalizadas e inmunocomprometidas, incluidas especies resistentes a múltiples medicamentos.
Las infecciones invasivas oportunistas por Candida representan una gran amenaza para la salud pública, especialmente en poblaciones inmunocomprometidas o individuos sanos con dispositivos médicos implantados (catéteres venosos urinarios y centrales, marcapasos, válvulas cardíacas mecánicas, prótesis articulares, lentes de contacto). Estos hongos pueden penetrar el tejido submucoso del tracto gastrointestinal y llegar a los órganos internos, donde pueden causar infecciones sistémicas potencialmente mortales. La creciente resistencia a los medicamentos de estos microbios proviene, en parte, de su capacidad de adherirse a las superficies y formar biopelículas, estructuras complejas creadas por los microorganismos con presencia de una matriz externa que pueden convertirse en una barrera física contra los medicamentos.
Incluso cuando funcionan, los medicamentos antimicóticos a menudo tienen efectos secundarios graves. Las células fúngicas son similares a nuestras células eucariotas, por lo que los medicamentos dirigidos a destruir estos tipos celulares también pueden dañar nuestro organismo. Existe, por tanto, un reconocimiento creciente de la necesidad de terapias alternativas para el tratamiento de las infecciones fúngicas.
Mientras que el agente etiológico más destacado en las infecciones fúngicas oportunistas es Candida albicans, otras levaduras del género Candida, denominadas colectivamente como Candida no albicans también se han relacionado con infecciones nosocomiales, asociadas con el 35% al 65% de todas las infecciones sistémicas por Candida, en algunos casos con tasas de mortalidad extremadamente elevadas (40% a 70%). Además, las especies no albicans suponen una preocupación creciente ya que muchas de estas cepas están desarrollando resistencia a los medicamentos antimicóticos disponibles.
Los métodos diseñados para restringir la adhesión y, en última instancia, la formación de biopelículas son terapias efectivas y para este objetivo las levaduras probióticas derivadas de alimentos pueden representar un método seguro y rentable para mantener las infecciones fúngicas bajo control y mejorar la salud y el bienestar del paciente. En un nuevo trabajo realizado en este sentido, los investigadores examinaron la capacidad de dos levaduras derivadas de alimentos (Saccharomyces cerevisiae y Issatchenkia occidentalis) que crece naturalmente en frutas y otros alimentos, para combatir la adhesión y la formación de biopelículas en especies de Candida no albicans.
Descubrieron que la aplicación de estas levaduras a superficies no biológicas reduce la capacidad de los hongos no albicans de adherirse a estas superficies hasta en un 53%. Las levaduras también redujeron la formación de biopelículas hasta en un 70%. Se obtuvieron resultados similares con cultivos mixtos que contenían especies de hongos no albicans y albicans. La aplicación de levaduras derivadas de alimentos a las superficies también inhibió un proceso conocido como filamentación en varios hongos no albicanos. La filamentación es un mecanismo utilizado por hongos virulentos para evadir la respuesta inmune del cuerpo y se cree que es importante para la adhesión y la formación de biopelículas.
En otro conjunto de experimentos, los investigadores examinaron el efecto de la presencia de levaduras derivadas de alimentos en la capacidad de los hongos no albicanos para adherirse a las células epiteliales humanas. Descubrieron que las levaduras eran altamente efectivas para reducir la adhesión, particularmente cuando estaban presentes antes de que se introdujeran los microbios fúngicos.
Para probar si las levaduras tendrían un efecto similar en un organismo vivo, los investigadores infectaron Caenorhabditis elegans, un nematodo que imita aspectos clave de la fisiología intestinal humana, con hongos no albicans. Descubrieron que los nematodos vivían más y que los hongos recuperados de los nematodos infectados eran menos activos cuando se trataban con las levaduras derivadas de alimentos. Los investigadores también mostraron que los extractos de las células de levadura podían inhibir la adhesión de hongos no albicans, lo que sugiere que el efecto podría deberse a los metabolitos secundarios producidos por las levaduras.
En conjunto este estudio ha demostrado que la levadura probiótica puede constituir una alternativa a los antifúngicos actuales, y ciertamente merece ser objeto de una mayor investigación.