Las Unidades de Cuidados Intensivos junto a otras como las de trasplantes o quemados tienden a denominarse de “cuidados aumentados” por los dispositivos invasivos necesarios para la atención, los cuidados intensificados con contacto estrecho, la condición de inmunosupresión de los pacientes o pérdidas extensas de integridad cutánea, respectivamente. Sin embargo, “estas condiciones generan una gran vulnerabilidad a los pacientes en relación con la bioseguridad del entorno en que se proporcionan estos cuidados. El agua de consumo humano y su red de distribución no es estéril, tampoco lo es el agua embotellada e, incluso, la filtrada microbiológicamente puede generar riesgos biológicos según como se gestione. Por tanto, la cercanía de lavabos a estos pacientes, su frecuencia de uso, el vertido de fluidos biológicos y sus salpicaduras, pueden generar riesgos directos al paciente por las condiciones anteriormente enumeradas o a través de la contaminación del material utilizado con ellos”, ha explicado Gonzalo de las Casas, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, durante su intervención en el XXI Congreso Nacional y X Internacional de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.
Este aspecto de la atención sanitaria empieza a ser abordado pero aún hay cierto desconocimiento sobre la detección del problema y la mejor forma de gestionarlo en cada caso. Esto es debido a que influyen muchos factores en cada situación y los estudios no siempre pueden arrojar evidencias sólidas.
Durante su exposición, presentó los resultados de una intervención sobre el agua, retirando los lavabos más próximos a los pacientes en una UCI, con la cual se “logró un impacto favorable a través de la reducción de colonizaciones e infecciones por bacilos gram negativos, disminuyendo el consumo innecesario de antibióticos y consecuentemente, los días de estancia de pacientes con bacterias multirresistentes así como los de atención bajo precauciones de aislamiento.”